La manera de comportarse en un conflicto – si se pone mala cara o se grita, si se discute racionalmente o se libra una pelea sucia- es una cuestión de elección.
Los conflictos siempre nos afectan emocionalmente, y necesitamos que los demás comprendan cómo nos sentimos y cómo nos afecta una situación.
Los procesos de la mediación brindan diversas oportunidades y alientan a las personas a expresar sus emociones, a decirles a los demás cómo se sienten. Una vez aclarada la confusión emocional, las partes pueden abordar las cuestiones fundamentales de la discusión. Separadas de los sentimientos, esas cuestiones suelen resultar más fáciles de resolver llegando a acuerdos claros, objetivos en donde ambas partes ganen.